Nunca un pack tuvo más sentido. Norma Editorial lanzó el manga I am a hero‘ en una promoción que incluía los dos primeros tomos. Conocían muy bien con el material con el que contaban, y tuvieron la intuición suficiente para pensar que, si sacaban el primer tomo por separado, muchos aficionados iban a abandonar la serie antes de empezar. Porque este cómic de Kengo Hanazawa se toma las cosas con tranquilidad, la calma necesaria para generar desasosiego en el lector y hacer que pegue un brinco al pasar de página. «Robert Kirkman, chúpate esa», proclama a cada viñeta.

En plena moda zombie, allá por 2009, un desconocido por aquí Kengo Hanazawa – tenía ya obra publicada en Japón, que quizás conviene importar ipso facto- empezó a publicar ‘I am a hero’ en Big Comics Spirits, la revista de la editorial Shogakukan, donde se ha editado la mayoría de la obra de Naoki Urasawa. Lo dicho: el manga empezó en plena cresta de la putrefacción no-muerta y llegó a España en mayo de 2013, cuando ya parecía que poco nuevo quedaba por ver de este fenómeno.

¿Era ‘I am a hero’ la respuesta japonesa a ‘Los muertos vivientes’ de Robert Kirkman? Podría ser. Pero lo cierto es que mientras esta última, tras unos primeros años gloriosos -con el mérito indiscutible que eso tiene- pierde fuelle en cada entrega, la serie japonesa ha supuesto un soplo de aire fresco y una forma muy nipona de entender el género. Es el fin del mundo contado al ritmo de Jiro Taniguchi, por expresarlo de algún modo.

‘I am a hero’ es un manga cuya experiencia de lectura cambiaría mucho si no se supiera de qué va. Porque la historia empieza siguiendo los pasos de Hideo Suzuki, un dibujante de manga con aspiraciones que se gana los garbanzos como ayudante de un mangaka hentai.  A sus 35 años, Hideo es todo un perdedor que se dedica a hacer fondos y pegar tramas de censura sobre órganos sexuales. Aunque es un tipo bastante peculiar y apocado, también hay espacio para el amor en su vida y tiene una novia que, como él, es asistente de un mangaka.

Hideo Suzuki, echándose un bailecito.

A lo largo de cerca de ¡más 200 páginas! no pasa nada: somos testigos de lo extraño y pringado que es Hideo, de su relación con su novia y con sus compañeros de trabajo. Como a lo lejos, en pequeños detalles que Hanazawa dosifica con cuentagotas, vamos escuchando un cierto rumor: una extraña gripe aquí, gente que se comporta raro allá, noticias de alguien que muerde a su vecino acullá…

Y entonces… ¡Estalla el apocalipsis zombie! La larga introducción del primer tomo da paso en los siguientes -hasta la fecha, cuatro en España- a una historia de supervivencia en la que un héroe de pacotilla hace lo que puede por sobrevivir sin molestar mucho. Porque este es un detalle importante: Hideo, como buen japonés, es respetuoso con la ley. Nada de escenas de saqueo ni de tiros a mansalva. Hideo sufre cuando, en plena plaga, saca su escopeta en público, porque en Japón esto es delito;  huye en un taxi y, aunque el conductor acaba el trayecto convertido en zombie, se empeña en pagarle la carrera;  en un momento dado, se carga a una muerta viviente, pero deja una nota a las autoridades explicando que lo hizo él y que, si es delito, lo vayan a detener. El fin del mundo está aquí, pero no hay que perder las formas.

Susto en el bosque con adolescentes zombies.

La acción avanza a partir del segundo tomo y se hace más fluida cuando a la carrera de supervivencia de Hideo se suma una adolescente algo asocial. A esas alturas, el autor, con ese preludio que parecía estar de más, ha logrado crear una atmósfera opresiva y un ritmo denso, en el que se acumulan toneladas de tensión que saltan por los aires a la vuelta de una página. Todo ello con un dibujo muy realista -donde los japoneses tienen rasgos orientales, para que nos hagamos a la idea-, en el que lo cotidiano de escenarios y rostros hace que cuando el terror y las vísceras explotan la conmoción sea brutal. Otro de los logros de Hanazawa es lograr dotar a sus zombies de una estética que recuerda tanto a monstruos clásicos del folclore como a criaturas de filmes de género japoneses.

En definitiva, ‘I am a hero‘ es una de las lecturas más estimulantes y recomendables de este 2013.

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